ACOMODANDO CABELLOS.

Se lo dije clara y rotundamente, sin miramientos, sin tapujos, mientras le acomodaba cariñosamente el pelo detrás de la oreja: “estás destrozando mi vida, mujer”.
Me miró fijamente a los ojos, y quemaba.

El psicólogo escuchó atentamente la charla, casi parecía interesado en las peripecias de mi psique. Se quitó las gafas. Cerró el cuaderno.
"No necesito más su dinero, ni su tiempo, ni su estulticia, usted está enamorado, sea valiente y apechugue con las consecuencias.”
¡Pero hombre! ¡Así, sin más! Sería más cómodo para todos que usted argumentara: “mire, relájese, sufre una crisis, ha abandonado el teatro y ahora masticar un solo personaje le resulta aburrido, demasiado llevadero, poca cosa, un blues sin florituras.” ¿Por qué? Se preguntaría estupefacto usted. Pues por que no tengo tiempo para estar enamorado, compréndalo, ni las arterias en condiciones para que bulla a raudales la sangre incontrolada, ni el estómago preparado para soportar cosquilleos inoportunos. A mi edad, la física de un muelle me parece una maniobra vertiginosa, una arriesgada temeridad.
¡Pero qué dramático se pone usted! frente a estas cosas del diablo, señor Cochon, mi abuela que en gloria esté, decía: "que ruede la rueda y gire la noria", pero claro, el licenciado soy yo, y debo darle al menos una solución, una escapatoria, me hago cargo, pero aunque parezca mentira, el procedimiento para estos casos no sale reflejado en los libros, tan sólo nos enseñan a detectarlo, y usted es un caso claro de manual.
¿Pero acláreme por qué?
Por la pajita de sorber que le despunta vivaracha del cerebro manchada de carmín.
¡Ah, eso…!
Sí, eso.



ACOMODANDO CABELLOS II





Una vez, entre bromas, después de una tarde de toros, le regalé una flor.
Un lirio blanco enano.
Una flor muy costosa y difícil de conseguir.
La desmembré de un ramo que veneraba la imagen de una virgen en la capilla de la plaza. No creo que a la talla le diera el juego que a mi me dio; una de las bondades de la madera es que todavía no ha desarrollado el uso del lenguaje. En todo caso, que me lo carguen allá arriba a mi cuenta.
Lo deshojó hasta donde le convino y delicadamente se la acomodó en el pelo.
La llevó encima muy elegante toda la noche.
Sentía la mirada lasciva de los hombres que reparaban en ella.
Sentía también el peso lúbrico de las miradas provocativas de las mujeres.
Parecía un cántaro repleto de agua fresca. Dispuesta a dar de beber a todo el mundo.
Le rebosaba el agua limpia por los exuberantes poros.
A mi modo de ver, le faltaban unas gotas de anís a aquel líquido elemento.
Hubiera sido sublime. Pero pocas noches me he visto saciando mi sed con agua.
Eso solía pasar por las mañanas, cuando mi garganta necesitaba urgentemente lavarse la ropa interior. No es rebeldía, es acritud.
Se hizo temprano y ya no estaba. El manantial se transformó en rimel corrido y dolor de cabeza, en vómito bilioso y melena greñosa.









LLANO CHICO.




Cuando dialogo conmigo mismo, siempre acabo convencido, metido en costura, y si por un casual mi interlocutor está de viaje por Llano Chico (Ecuador), y ha sido agasajado con un par de gajos de hikuri, se (me) vuelve insoportable y no se (me) comporta de forma convencional, y me siente frágil como las ramas de un árbol seco, y aprovecha entonces la ocasión y suelo acabar magullado, apaleado, con el mismo ímpetu con el que aporreaba a ostias el piano Thelonious Monk.
No estaba preparado para esa fiesta, y por si acaso, llevaba resguardado en el bolsillo interior de la chaqueta mis 20 mgr de Diazepam.

"Para mí, de yo,"decía el lugareño (mamado) en la discoteca-almacén, y bailaba agradecido la auto dedicatoria desde la misma cabina del pinchadiscos. Un ambientazo.

Sin embargo, será la altitud del lugar, serán estos cambios bruscos de temperatura que han demolido a barrenazos mi sinusitis casi crónica, que últimamente por estas tierras me chiflan los perfumes de mujer, me vuelven loco, aspiro la fragancia con el ansia de un enfermo espitoso y me siento como Fernando Fernán Gómez en “el anacoreta”. Llevo ya un tiempo-lo reconozco- sintiéndome así, lanzando mensajes por el retrete como hacía el protagonista. Pero la alegría de volver a oler, a husmear, es tan admirable como la resurrección de Lázaro, el simple hecho de sentir el aire y desarrollar tantos matices en una bocanada te inspira si cabe aún más el amor por la belleza, te llena la sangre de muelles saltadores, te redime, en definitiva, como una buena bula papal.
















LE PASSAGE DE L'HEURE






Hoy he saltado como un chiquillo sobre el colchón de mi cama
Me he tomado dos cervezas mientras preparaba la cena
He arreglado una cisterna en un lavabo de señoras
He puesto la ropa a lavar
He pronunciado en árabe un insulto
Ha conversado con un galés
He asustado a un gato
He conducido unos cuarenta kilómetros
Me he mordido la lengua
He caminado deprisa para llegar a un lugar
He ordenado unos papeles acumulados en el escritorio
He desayunado un complejo vitamínico
He tomado café
Me he recortado el bigote
He tendido la ropa para que se secara
Me he reído con unos niños
He estrenado una camisa
He girado la vista para ver pasar a una mujer
He escuchado música
He tarareado una infinidad de canciones
He tocado un rato una guitarra que restauré
He comprado un sello
He visto unos minutos sueltos de un concurso de televisión
He abierto las ventanas para que respirara la casa
He discutido-quien lo diría- de política
He probado un poco de chocolate
Me he comido una mandarina y dos castañas
He cambiado la pila al reloj de la cocina
He tirado a la basura un trozo de pan duro
He recogido las cenizas de la barbacoa de anoche
He dormido la siesta en el sofá
He catado el vino del barril
Me he lavado las manos con jabón
He comprado unos palitos de canela en rama
Te he extrañado al enterarme de un chascarrillo
Me ha despertado Jim Jones Revue.
Me he sentido inútil frente a un sudoku
He comido ragout de ternera con patatas
He garabateado todo esto en un folio
Lo he escrito después en el ordenador.
Ahora estoy cansado, y me voy a dormir.






BIENVENIDA, ANITA.







Estas cosas son las que me maravillan de ti. Décadas y décadas, más bien siglos, de ardua investigación científica sobre el comportamiento y las propiedades de los gases, y tú, querida Anita, resuelves el problema introduciendo simplemente una cucharilla de metal en el cuello de la botella.
-ríete, ríete, pero mañana pedirás a la hora del café un poco de tarta y una copa de este champán tan rico y chispeante.
Dime, ahora que estamos solos en la cocina, ¿Te ha gustado la fiesta de bienvenida? ¿Te has divertido?
Me ha encantado, mi Cochon., ha sido una cena fabulosa, eres un encanto, Por cierto, muy simpáticos los vecinos ecuatorianos de la antigua farmacia, y con ese hablar tan sumiso y considerado… me han impresionado. ¿Qué fue de doña Elena y su marido?
Se mudaron a la ciudad, con sus hijos. Ya estaban muy mayores, y el negocio se quedó anticuado, parece ser que el aloe vera les producía alergia.
Pobrecitos, siempre tan atentos con los vecinos…
¡Pero si tú llamabas a la farmacéutica cara vinagre!
Sí, pero me encantaban sus bolsos de Bulgari, siempre quise tener uno de esos, tan elegantes, tan sobrios, tan románticos…y el farmacéutico, con ese flequillo lamioso, y ese olor impregnado en sus ropas a eucalipto o a vicks- vaporub.
Estoy segura que lo que más le hubiera gustado a ese hombre era que sus paisanos se santiguaran a su paso. Siempre tan estirado y almidonado.
Aún así, es una pena que se pierdan los negocios de toda la vida, cargados de tantos recuerdos, de tantas anécdotas, tienen esa carga de emotividad, de cercanía, de confianza, levantados frecuentemente por personas tenaces y trabajadoras, en blanco y negro.
Te estás poniendo sentimental, Anita, para no gustarte la playa, parece que la echas mucho de menos, ¡Gracias por hacer de tripas corazón!
De nada querido. Ya sabes por qué no me gusta este endiablado mar, especialmente en otoño.
Cada golpe de brisa es un cuchillo afilado que se me clava en el pecho. Un desplante continuo de este inmenso tragahombres, que parece sacarme la lengua, desafiante, con cada ola que arrastra a la arena en una burla constante, y me recuerda con sarna, que no existe hombre de mar que no se pueda ahogar.
Se te ha pegado la verborrea. Lo echas de menos, ¿verdad?
¡Hay Cochon, ni te imaginas cuanto lo añoro!
Lo se, Anita, lo se. Parece que está escrito en algún lado que este mar acabe con nosotros como en una fatídica maldición gitana.
¡No seas agorero!
¡Sabes que caí por las escaleras que bajan a la playa y estuve a un paso de morir!
¡Exagerado!
Sí, de veras, acabé con seis grapas en la cabeza.
¿A ver?
Míralas. Aquí, notas la cicatriz
¡Sí! ¡Que pasó querido!
Pues, caí por las escaleras que bajan a la playa y me quedé a las puertas del túnel, Anita, y como el que busca un mechero en el bolsillo del chaleco y no lo encuentra, me volví a rebuscar por los demás huecos de mi vestimenta, y distraído, me olvidé de volver y atravesar a tientas la oscuridad que tenía delante, pero te aseguro que pensé que aquí me quedaba ya para siempre, para toda la eternidad, clavado en las escaleras, más seco que la mojama.
¡Ay, el destino! ¡Como juega con nosotros!
¡O cómo lo modelamos para que juegue con nosotros!
No pienso teorizar contigo sobre ese asunto, Cochon, eres un jugador, cómo no vas a creer en el azar.
No sólo en el azar, Anita, también en la gelatina de Platón.
Lo ves, ya empezamos. No puedo seguirte. ¿Te acuerdas de aquella vez que el destino quiso que se sentara justo a tu lado, en aquella boda del gallego, aquel muchacho maltratado, más bien ultrajado, por tu comportamiento sexual?
El destino o la mala baba del novio tuvieron la culpa, como la tiene el champán, que te hace hablar demasiado, ¿comportamiento sexual? Anita, todos éramos entonces unos muchachos.
¿Pero te acuerdas?
Pues claro que me acuerdo, le destrocé la vida, lo sé, a ella y a él, y sin embargo, cuando me los encontraba, me saludaban los dos, efusivos, como si les hubiera dado la llave del paraíso.
A él no se, no estoy convencida de ello. A ella, por sus repetitivas visitas, parece que sí. Al menos él, debería como mínimo haberte amenazado, apaleado, pero se comportó como un perdedor .Supongo que se lo merecería.
No seas grosera, Anita. Los dos sabemos que les trunqué una bonita historia de amor; de amor juvenil, adolescente, casi febril, la devoción que sentían el uno por el otro era evidente y públicamente comentada. Sin embargo, cada cual ha rehecho su vida lo más dignamente posible y tampoco les ha ido nada mal por separado. El cambia de todoterreno cada dos por tres, y a ella el negocio le funcionas perfectamente, hasta donde yo se.
Si, pero estarían de lujo si hubieran permanecido juntos.
Es cierto, lo pienso muchas veces, y me gustaría pedirles perdón en medio de la plaza. Perdón por ser el guardagujas que cambia en un momento las vías del tren y hace que este se desvíe para siempre a su antojo.
Dime una cosa, ¿la has vuelto a ver? Era una preciosidad de niña... No es necesario que tardes tanto en contestar, tu silencio ya lo hace por ti.
Anita, abrázame y recuérdame que nunca te tenga a mi lado, nunca, de abogada defensora cuando llegue el juicio final, posiblemente te destinarían a ti también al segundo anillo del infierno, el de los lujuriosos.
Si bebo como hoy, tenlo por seguro que iremos de cabeza los dos.











I Put A Spell On You







Pues Señor…Érase tal vez
Un matrimonio bien avenido
Una tibia y un peroné.
Siempre unidos. Desde la blástula hermanados.
Hete aquí, que un quitamiedos de la C-420 amontonó
El llanto y el divorcio en una silla de ruedas

Inventó mil conjuros que lo apaciguaran
¡Sudor de fantasma, uña de ciempiés,
Pelusa de ombligo y un litro de acné!

Un beso frío de despedida
Suplantó a los restos de comida masticada
Y una retahíla de frases
Que firmaría el mismísimo Gandhi
Le dejó los bolsillos atiborrados de pets de monja.

Al dueño del restaurante
No le entro de dientes para adentro
Mientras Jaime Gil de Biedma
Escucha alborozado a los Communards.
Será por que tengo la mala costumbre de beber
En mi pierna ortopédica como si bebiera de un trofeo.
Dejando los isquiotibiales al aire
En lo que tarda en rezarse un credo.








GIACOMO





Il motore funziona perfettamente, sei tu, idiota, che non può gestire il.
Pero si yo no hago nada del otro mundo
¡Da adottare da asino!
Cochon, si Giacomo dice que la moto funciona perfectamente, es que la moto está como nueva.
Si yo no pongo en duda su opinión, pero el motor desprende mucho calor al poco tiempo de paseo
Será que te has vuelto un delicado…
Oh vamos, si voy dejando un aroma a cochinillo asado por donde paso, mira, mira, tengo los jamones medio ahumados a la altura de mis jarretes.
¡ Il destino di un maiale, prima o poi risolti!
Pero bueno, que le pasa al Agostini este, ¿es que todavía no te has desayunado tu copita de cazalla?
Non può, quindi ora stiamo per invitarmi ad un vetro montato sulla tua moto
Pues vamos y comprobarás cómo el motor se sobrecalienta, cabezotas.
¡15 titoli mondiali!
Si, si, Giacomo, si, ya empezamos con la cantinela, menudo caminito me vas a dar…debería hacerme una infusión con tu lengua.
Y yo qué, ¿me marcho a patita?
Bueno Barbas, súbete con nosotros, tampoco vamos tan lejos, podremos ir los tres en la moto hasta Casa Ruixat por el camino de la playa que apenas está transitado.
Venire veloce, questa macchina può fare tutto

Y así nos fuimos los tres a Casa Ruixat, empaquetados en mi moto café racer. El barbas, Giacomo que manejaba, y yo. Y parecía que teníamos diecisiete años y un pase pernocta. Y era casi obscena la estampa frente a la playa de tanta belleza producida por las recientes lluvias que, al abrigo del mar y del salitre, habían hecho florecer miles, millares de diminutos claveles de color lila, y de azucenas blancas por todas las dunas del camino. Parecían brochazos de pintura colorida esparcida al tun tun. Y ahí, de paquete, me dí cuenta lo tenso que se viaja a la espalda de un amante de la velocidad. A la menor oportunidad de tumbar la moto, Giacomo ya ladeaba el culo para un lado y se colgaba del manillar haciendo que gritáramos como colegialas en una casa empapelada de espejos.
Y me decía: E 'tutto ok?
¡vé más despacio, espaqueti loco!
¡Questa moto è una meraviglia, non per essere venduti ¡
¡Por que necesitas dinero para poder seguir bebiendo, y yo un medio de transporte para moverme por el pueblo!
Y en esas estábamos, renunciando y dejando atrás el bello paisaje por culpa del ansia, cuando llegamos por fin a Casa Ruixat, escondido y paradisíaco lugar donde sólo se puede arribar en barca, o a dos ruedas. Y sin embargo, siempre sirven las mejores frutas de temporada: dulces higos, sabrosos melocotones, y cazalla para que desayune mi amigo Giacomo y se regodee en su conocimiento de la grasa.
¡vedere come il motore non si surriscaldi, inutile!
Tiene razón, Cochon, la moto va de maravilla
¡15 titoli mondiali!
¡Sí, sí, quince títulos mundiales, pesado, y una mención en ese libro ingles que recoge los excesos!

PORCILE















"He matado a mi padre, comido carne humana y tiemblo de alegría"








AMPUTADO








Uno sabe apreciar cuando esa distraída mariposa que es la suerte revolotea por las flores de su jardín, es entonces cuando cobra peso todo el esfuerzo realizado por el cuidado y mantenimiento de las plantas para que la mariposa sienta que le tejieron un calcetín a la medida de sus particulares patitas. Unos dicen que tengo suerte; el afortunado siempre dice que la buscó. Y eso es tan elemental como que si me invitas a cenar, yo pago las copas, aunque no salga a cuenta.
Olía a sobaco de comanche. No debería frecuentar estos lugares si tu garganta no va de etiqueta azul, parecerás un Saulo convertido en Pablo, un patético orinal en una habitación diseñada por Tom Ford.
Tenía el gancho de su mala vida, ese era su salvavidas, y lo arrojó por la borda con el gesto vigoroso y armonioso de un Discóbolo.

Me temo que está fuera de discusión. …No lo ama, lo que sucede es que es una mujer muy decente, le tiene cariño y lo lamenta por el. -Estaba mintiendo yo cuando apareció.-
¿Se acuerda usted de mí?- dijo- pero no era una pregunta. He vuelto de Rusia, de Orel. ¿Tomamos una copa?
Soy un cerdo bueno, me cuido, apenas tengo ya grasa en mis jamones, sólo bebo cócteles de insomnio.
Sabes, he visto cosas raras estos cuatro años allí en el frío, propicias para el desvelo, he visto osos con intoxicación etílica bailar con matriuskas, y he contemplado a los skoptsy cortarse ellos mismos los buñuelos anestesiados por la fe.
Pues entonces he vuelto a tener suerte.
Sí, por aquí todo el mundo es listo, pero sólo tú llevas gafas. Te apetece una guerra relámpago, o prefieres un asedio lento.
Prefiero recoger insectos muertos de la piscina. Ahogados por su propia sed.

EL JUEGO


Quiero que sepas, que ante un hipotético caso de amenaza nuclear, y bajo el tópico de “tienes dos horas, aprovéchalas”, ya sabes, es tiempo de lo que yo sé y tú te imaginas, serías la primera persona a la que acudiría envuelto en babas.

¿Y sacrificarías a la humanidad por ese momento?

Sin dudarlo. Sería como acelerar su destino, nada más.

Está bien, en ese caso te desataré. Toma el maletín y aprieta el botón.







AUTO-ORACIÓN.



Yo soy _______(decir tu nombre y primer apellido, alto y claro)________

Comencemos:

Yo soy _____________________________
La corista principal del espectáculo
La gitana más guapa que haya parido madre
Salero y alegría pura
Y no le tengo miedo, ni a nada, ni a nadie,
Ni a grandes, ni a chicos
Por que yo soy ______________________
La primera en la lista especial
Con la que se rompió el molde
La armonía que camina segura con la cabeza alta
Un geranio en un patio cordobés
Valiosa y capaz
Atrevida y espontánea
Auténtica y original.

LLUVIA DE ESTRELLAS.




Equilibrado de azúcar. Ausente mientras una andaluza me cuenta el parto problemático que tuvo con su segundo hijo. Tenía colocado el feto detrás. Por eso el niño daba tanto por culo.
Esparcida la cara de mi amada en mil perseidas derramadas en la playa. Un espectáculo grandioso.
La margarita no dice que no. Se resiste a morir negando.
¡Qué alegría encontrarme de nuevo en la playa! ¡Qué regocijo este cielo oscuro que me proporciona tantos deseos! Aunque esta vez, siempre reclamé el mismo.
Me he traído a Tuga conmigo, para que me acompañe y contemple como se deshace el cielo, pero está mas afanada en curiosear por la arena. Ya sé que no es un nombre muy original para una tortuga, escarba en la arena y corretea como si le hubieran inyectado sangre caliente. También estornuda. No sabía que las tortugas estornudaran.
Es redundante el mar. Repetitivo.

¡Ese pollo debería rellenar de fibra el silenciador del tubarro que acalla los espaldarazos de las olas contra la arena, suena como una pedorreta de circo exagerada, estirada en el tiempo!

Pero el mar vuelve con su run-run cadencioso, con su adagio de palmas, toma aire, da un paso hacia atrás y... ¡Plás!, una ola. Otro pasito atrás y ¡Plás!, otra ola proporcionándose importancia. Y así, cientos de veces, miles, millones de veces coreado, asentido por cabezazos de mar impetuosos como carneros en la berrea.

Oigo la voz, el run-run otra vez. Me susurra: Cálzate mis zapatos. Conviértete en agua, tienes ante ti el mundo de los piscis, el signo más húmedo del zodiaco. Cálzate mis zapatos, te sentirás cómodo si tienes una pisada pronadora. Pero los piscianos no tienen pies, son lentos cuando se posan en tierra, tienen los movimientos aletargados de los osos cuando están hibernando. Buena especie y buena gente al fin y al cabo, pero contraproducentes para los impulsivos y ardientes Aries, por que tengo entendido que el agua acaba lapidando el fuego.

CARIDAD CRISTIANA.


Señorita XXXX, gustosamente le paso a detallar los gastos de la factura que generosamente tuvo a bien donar a su parroquia personificada en mi humilde persona, y le ruego siga viniendo sin falta a sus visitas semanales al confesionario de su fiel servidor.
Que Dios la bendiga.

ATTE. Padre Pérez-Bueno.


Casulla de adviento (incluye estola)
75% poliester - 25% lana……..145,47EUR


Cíngulo blanco, material: seda
16,27EUR



Roquete modelo Bogotá……….428,26EUR
Roquete confeccionado en tela de popelín, bordado con vainica hecha a mano con hilo de algodón en color gris.




Clerigman, uno negro de manga larga con tirilla y otro gris……..39,67EUR unidad.
Material: 100% poliester




Contador de monedas Eléctrico y digital…………249,23EUR
Muestra la suma total y el número de monedas.


TRES ESCALONES.





La muerte llega de repente, como un estornudo.

Resbalé en las escaleras que bajan a la playa, de tal forma que me quedé suspendido sobre tres escalones engarzados a mi cuerpo, uno en los riñones, otro en el omóplato y el tercero en la cabeza. Advertí enseguida que había sido un golpe duro.

Parece mentira la cantidad de cosas que me dio tiempo a pensar en tan sólo un segundo, a lo sumo dos, que tardé en perder la conciencia.
Pensé en lo fácil que es morirse, matarte, en un accidente tonto. De repente, dejas estúpidamente de gozar de esta prestada vida.
Pensé en Dora, no se por qué motivo me vino su imagen a la cabeza, seguramente, por que sería la persona a ciencia cierta que más lloraría en mi funeral.
Pensé en la deliciosa tarta de chocolate que sabiamente prepara Anita.
Pensé en la colcha india de vivos colores que cubre mi cama.
Pensé en los campos salmantinos donde pasé mi infancia y disfruté de tantas trufas.
Me vino a la mente la biblioteca del casino y la luz que inunda el salón de levante cuando abren los ventanales.
Hasta pensé en lo ridículo de mi estampa, allí tendido, inmóvil, a los pies del mediterráneo, con mi bañador cocksox como el mástil de un velero apuntando al cielo, descalzado de mis resbaladizas alpargatas de lona y con mi sombrero haciendo equilibrios sobre mi hocico.
Pensé que me moría. Sabía que me moría.
Después apareció ante mí un lugar anodino donde todo era del mismo color, y me desmayé.


Cuando recobré el conocimiento seguía allí, suspendido entre los tres escalones al igual que los magos hacen levitar el cuerpo rígido de su ayudante femenina sobre los respaldos de dos sillas. Sabía perfectamente lo que acababa de ocurrir. Notaba correr un hilillo húmedo por mi nuca que supuse sangre e intenté incorporarme torpemente,
con gran fatiga quedé de rodillas en la arena y hurgué con mi pezuña por la brecha hecha en mi cabeza sopesando la importancia del accidente, las mujeres y el aire siempre encuentran una rendija para escapar, el agua y la sangre hacen lo propio, también se las ingenian para derramarse por cualquier resquicio. Chistosamente yo mismo me auto preguntaba sobre conceptos básicos como quien soy, cómo me llamo, la calle donde resido, intentando averiguar si el golpe había afectado a mi entendimiento, por que seguramente habría estado inconsciente unos segundos, pero me pareció despertar de una siesta soporífera de verano, con su sudor característico y todo. Me sentía otra persona. Una persona aturdida y asustada.

El mejor remedio después de seis grapas en la cabeza…una fiesta, así que yo mismo me acerqué a una carnicería sobrellevando la aversión que me producen esos lugares y me agencié con un surtido selecto de proteínas animales, invité a mis vecinos de veraneo y a mis amigos de aquí del pueblo marinero a una suculenta barbacoa, y gustosamente dejé abierta la puerta de la bodega.
Mi amigo Barbas compró unas antorchas y se dedicó a emplazarlas por el camino que baja a la playa, decía que daban un ambiente cool a la cosa y servirían para guiarnos cuando nos bebiésemos la última botella en la arena, luego se acercó a la lonja de pescado trayendo consigo unas bolsas repletas de cartuchos de marisco.
¡Qué bien se está de nuevo aquí, cojones!

AGAIN ALONE WITH GIN.





Hay ojos que de legañas se enamoran, fuerzas ocultas que hacen que saltes de la cama, jovial y animada, tan sólo a la segunda repetición de la alarma, palpitaciones atolondradas que impulsan a que te duches y exfolies a conciencia la piel, te empringues de sérums de todo tipo, y te conviertas en hermana siamesa del encrespador de pestañas. ¡GUAPA! Me gritan desde el andamio.
El bunker se convertía en jardín todas las mañanas, rumbosa y radiante, yo me tomaba mi tiempo y me aderezaba con mi espejito de mano antes de entrar a su despacho. Había una inusual premeditación en mi forma de actuar.-- en mis movimientos--¿qué coño tenía la vieja caparra que me hacía desempolvar la lencería? morbo enmohecido, encorsetado en un nudo doble Windsor, moqueta rancia repeinada con saliva hacia atrás. Se han vuelto locas las veletas indicándome el camino. Me chupo el dedo y lo brindo al viento, mas, este se ríe de mi, bufa en todas direcciones para que huya a ninguna parte, conscientemente sometida a una mente enfermiza, egoísta, calculadora, que me lanzó acertadamente las boleadoras a mis cabritillas patas y me hizo caer de bruces por control remoto, a distancia, del cielo donde me encontraba. Helada, sin sangre, me desplomé por el pasillo encerado de la clínica, con la contundencia y perplejidad que en su tiempo caían aerolitos en el Campo de Criptana.
Herida de muerte una vez más, y ya tengo la mochila repleta de suturas, mil veces remendada y emparchada con mi bebida preferida, Again alone with gin.









TÁNTALO




No tengo claro como he aparecido aquí, cómo he llegado a esta situación, se confunde mi memoria ya enmarañada de por sí. Lo cierto es que no puedo moverme, siento que mis piernas son raíces soterradas como tantas otras de los árboles cercanos que forman el manglar. A mi alrededor sólo vislumbro agua y más agua. Puedo afirmar que estoy sumergido en un inmenso lago.
El agua está fría y me llega a la altura de la barbilla, casi acariciándome los labios. Es incómodo, fatigoso.

¡SOCORRO! ¡AYUDA!


Tengo sed, mucha sed, y sin embargo, el agua se escabulle de mi boca, rehúye de la comisura de mis labios en cuanto hago tentativa de apresarla.

¡SOCORRO! ¡AYUDA!

Gracias a los Dioses que acertadamente dispusieron de este árbol de ramas bajas repleto de sabrosos frutos que me proporcionará sombra y aplacará el hambre cuando esta se manifieste.
Tengo tanta sed, y cuanto más grito ¡socorro!, ¡ayuda!, más se amasija mi saliva y reparo alarmado como forma un doloroso surco al resbalar mansamente por la garganta.


Un bocadito de este manjar aliviaría mi pena de alma y estómago, sólo tengo que alargar un poco más el cuello y alcanzar el postre con los dientes… Imposible…si acaso haciendo un desmesurado esfuerzo desplegando la lengua al mismo tiempo que alzo la cabeza hasta descoyuntarme las vértebras… nada, asombroso e inaceptable, las ramas parecen tener vida propia y se balancean en cuanto advierten el más mínimo movimiento. Escapan de mi boca como un yoyo se apresura a recogerse.

¡SOCORRO! ¡AYUDA! ¡SOY TÁNTALO! ¡SOCORRO! ¡AYUDA!

- Te oímos, engreído Tántalo, te oímos…
- ¡Dioses misericordiosos, apiadaros de mí, siempre fui vuestro humilde servidor! ¡No me dejéis morir en estas condiciones, caritativos Dioses, compadeceros de vuestro siervo!
- No morirás, Tántalo. Nunca.
Por que hemos convenido que ese será tu castigo, Tántalo, ser un vivo ejemplo de la tentación sin satisfacción.



RODEO PELLEJO.



Tengo media luna en las ojeras. La otra media me la comí anoche, en aquel jardín de juegos de infancia que ha columpiado tantas sonrisas.
Vamos a jugar a piedra, papel, tijera. A muslo, labio o pechuga.
Mamá no juega para empatar, nene, mamá juega para ganar.
Tengo mis jóvenes pies en almíbar.
Yo te los lameré, marinero, Mamá tiene seda en los labios.
¡Cabalga, nene, en rodeo pellejo!
Bajo el tobogán se me llenarán los bolsillos de arena y cáscaras de plátano...
Nos resguardará de la lluvia, farolillo de verbena, Mamá hará una cuna en su vientre para cuidar de tu retoño, y se convertirá en una dama oferente para que descansen tus restos.
Mamá tiene una lentejuela gigante para tu algodoncito de azúcar, mon petit cochon.
¡Cabalga, nene, en rodeo pellejo!

En su momento no lo sabía. Ahora que tengo la soga del tiempo combada por el peso de los años tendidos, soy consciente de que la existencia del pasado, depende de la cantidad del presente que le otorguemos. Y que esta misma ley, atañe en igual medida al futuro. Y que es posible darle poca, ninguna. Migajas de sueños, tal vez, que vuelven cuando menos te lo esperas, incontrolables para la lógica, indomables a la capacidad de juicio, revoltosos y vivarachos con la prudencia, sonrojándole las mejillas, descarados, a tan delicada señora.




EL DIPLOMADO.





Él era un bobo diplomado que pensaba que la torre de Pisa era la copia exacta de un llavero, sin embargo, tenía algo excepcional y valiosísimo para un relámpago de esparcimiento:
Belleza orgánica, colirio en los bolsillos, y juventud encipotada, mención aparte, de unos labios voluptuosos de cantante de merengue que hacía suspirar a las damas por recostarse un instante en un diván tan mullido y sedoso.
De aquel hocico salían ingentes imbecilidades disparadas con metralletas encasquilladas en consabidas fábulas y anécdotas, (Tooooda la noche), patochadas redichas una y otra vez sin renunciar a ese aura de arrogancia del que se escucha a sí mismo cuando diserta.

¿No prueba la quisquilla?- dije.
¡No!, el marisco sólo está gustoso en los meses con R, es decir, Enero, Febrero, Marzo, Abril… Septiembre, Octubre, Noviembre y Diciembre.
¿Me las puedo comer?
¡Todas suyas, el plato entero, pero advertido queda!
Si…si…ya me encargaré yo de practicar el abejorro con la pancha enhuevada del bicho.

¿Cuándo acabará esta cena de homenajes?
¿Han salido ya al escenario los compañeros de spinning del homenajeado?

-…Pues sí, fue un macro-concierto memorable, tres días de música con artistas de primer nivel, buena bebida, nada de garrafón como en otros festivales, buen rollito, y música hasta el amanecer. El tiempo deslució un poco, pero el año que viene y los venideros, si la economía lo permite, repetiré seguro, me traje la agenda repleta de correos electrónicos y direcciones de Facebook, usted, señor… ¿Cómo se llamaba?
Cochon, me llamo Cochon
A usted, señor Cochon, perdone el lapsus, seguro que le hubiera encantado el ambiente.
Seguro, seguro, qué envidia me da…
¿Usted no tiene Facebook?
¡Huy perdone!, casi le salpico con el jugo de la cabeza… ¿Decía?
Que si usted no tiene Facebook.
No.
¿Y correo electrónico?
No.
Vaya, es usted un cavernícola, y perdone por la broma
¡Digo!-dije
Es una pena, podría enviarle a su dirección las fotos tomadas esta noche en compañía de estas guapísimas damas en un santiamén, al instante.
Una pena, sí, una pena.
Tendrá teléfono móvil, ¿verdad?
No.
Pues debería ponerse al día, la tecnología llama a la puerta, impaciente, y debemos aprovecharnos de ella, YO, sin ir más lejos, tengo un blog.
¡Vaya!
Trataré de explicárselo, en mi blog escribo sobre las vicisitudes del hombre…
Muy interesante
Y sobre los temas capitales en general, el camino sin retorno de la humanidad, las inquietudes de la sociedad, la cultura, el arte moderno, la vanguardia, lo que se “mueve” en lo underground, y en muy poco espacio de tiempo, ya tengo un número importante de seguidores. He instalado una herramienta para que los lectores puedan inscribirse en mi blog…
Como en un club, qué maravilla.
Sí, como en un club, y así también tengo a disposición de los lectores mi correo electrónico para que puedan ponerse en contacto conmigo, Pueden dejarme sus comentarios referentes al tema tratado, esto último de importancia capital, por que los lectores tienen la oportunidad de expresarse de una manera directa e inmediata con el autor de la obra, y a su vez, atraer a sus amigos hacia mi blog para que este suba en popularidad y repercusión.
¡Qué interesante!, y como se llama donde publica.

LA P DE PENSAMIENTO.

¡Caramba!

♫ ♪Caramba, carambita
Carambiruli
Caramba, carambita
Carambirula
Cariño de verano
No me gusta a mí
Cariño de verano
No es ni fú ni fá ♪ ♫

…Y por que el objeto más noble que puede ocupar el hombre es ilustrar a sus semejantes, y el principio de la educación, es predicar con el ejemplo, tus compañeros de spinning, quieren hacerte entrega de esta placa conmemorativa.

PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, MÁS QUE PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, REQUETEPLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, Y OTROS PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS.






CERDICAIDO.





Le veo cerdicaído, señor Cochon. ¿Necesita algo más?

- Silencio magmático-

No adivino lo que le ocurre, está hundido.
Pues tienes todo un papelón, ya sabes las instrucciones, tienes que decírselo, es tu mesa, está en tu territorio.
Ni hablar, otro día quizás, pero hoy ni pensarlo. Míralo, lleva horas ahí sentado sin decir nada a nadie, me ha pedido que le deje la botella para no molestarme a cada rato, pero bebe sin ganas. Las únicas palabras que me dirigió fueron para pedirme una cubitera repleta de hielo que aliviara su hígado.

¿Y qué demonios manosea en sus pezuñas?

Tiene entre las manos todo el tiempo un papel muy arrugado. Lo abre, lo cierra, lo cuartea, hace una pelota, se lo traga, lo escupe, lo hace desaparecer como un mago entre los dedos, lo vuelve a mirar, se lo acerca al corazón, lo estruja, y vuelve a beber y a centrar su atención al cacho de papel. A ratos, se queda con la mirada fija en el horizonte del perchero donde cuelga su sombrero, lo señala como recriminándole algo y vuelve a ensimismarse en sus pensamientos.
Pues sí que está raro, sí. Acércale una tapita de coliflor fría, o unas berzas rebozadas a ver si se anima.
Déjalo estar hombre, tiene derecho a estar triste, ya es mayorcito para saber lo que le conviene.
Yo te diré lo que le conviene, pagar su cuenta atrasada si no quiere tenérselas con el jefe.
¡Pero si Don Hugo y el señor Cochon son conocidos desde el tiempo de las cavernas…!
En los negocios no hay amigos, y menos con su historial pagador.

-¡Mozo! ¡Mozo!
A ver qué diablos quiere… ¿Necesita algo, señor?
Necesito una guitarra con afinación abierta para convertirme en Keith Richards, cinco cuerdas, tres notas, dos dedos, un jilipollas, ¡Y ya lo tienes!
-Lo tendré en cuenta, señor.
No me hagas caso, hombre, siéntate con nosotros, bebe algo, el local está vacío, pero antes, por favor, trae un plato de leche fría con canela para mi amigo Asaselo.
¿Para quién?
Para Asaselo, mi amigo Asaselo.
Ahora mismo señor Cochon.

Está delirando, ha pedido bebida para su amigo y no hay nadie más en la mesa.
Suéltale ahora la noticia, no lo notará, está borracho, no le dolerá en exceso.
Me da pena.
Debes hacerlo, recuerda lo que dijo el jefe…



-Me he convertido en una estafa, Asaselo, un benigno tumor. ¿Donde has puesto mi mala leche Asaselo?
-Entre botes de galletas y mermeladas confitadas.
-La culpa es mía por hacerte caso, siempre termino haciéndote caso.
-No me lloriquees como un perdedor, Cochon, hazte las ingles brasileñas y vete a tomar el sol a la casa de la playa, te sentará bien.

…La leche para su amigo como me pidió el señor, me he permitido traerle unas bolitas de anís para acompañar.
Gracias, gracias, siéntese con nosotros, seremos un plural bien avenido.

-silencio incómodo-

¿Su amigo no bebe?, no ha probado la leche
Ya beberá, está observando. Pronto ingeniará alguna treta, es hábil en la guerra de trincheras, ¿verdad Asaselo?
-Por supuesto, las noches con luna se prestan a ello, este pollo acabará bailando de rodillas cuando comience el día, te lo aseguro, veo en él un gran potencial.
-Sabe señor Cochon, Don Hugo dejó un recado para usted, dijo…bueno, ya sabe cómo es él, muy impulsivo a veces, y hoy repasando la contabilidad, pues…
- Me han dado muchas puñaladas estos últimos días, hijo, déjalo para otro día ¿quieres?
El caso es que me dijo que sin falta, en cuanto le viera…
-¡Asaselo, deja de hacer burla al joven por la espalda, ten un poco de civismo, no estamos en un circo!
-permíteme que me ría a carcajadas, sólo estaba comprobando si respiraba por la espalda, este pollo te va a decir que te han retirado la cuenta que llevas sin pagar meses, ya no tienes crédito ni para los amigos, Cochon.

- silencio reflexivo -

¿Sabes, hijo? Como te decía, me han dado muchas puñaladas últimamente, en primer lugar, me he quedado sin trabajo. Me han echado de la compañía. Dicen que lo que sucedió en el homenaje a Miguel Hernández ha echado por tierra la fama del grupo, que esas noticias vuelan por el mundillo cultural, y piensan que, durante un tiempo, lo más prudente es que prescindan de mí. ¡Y tienen razón, qué diablos! Si me dejaran al menos explicar la “performance” erótico-pastoril sobre Perito en Lunas, se darían cuenta que su idolatrado poeta no era más que un pajillero que escribía de lo que sabía, de hacerse pajas reverenciando rodillas descubiertas.
¡Olé! ¡Ja, ja, ja! ¡Muy bien dicho, alguien tenía que decirlo, pero tampoco era para teatralizar en escena el vicio de Onán con una peineta y mantilla en la cabeza!
¿Ves?, Asaselo me comprende por que tiene cultura y conocía bien a Miguel.
-¡Lo hicimos sufrir un poco en vida, sí!
Este capítulo debería explicarlo en un anexo, que así lo llaman ahora.
-¡Deberías, estoy de acuerdo!
Para más desgracia, me ha dejado mi chica, mi musa, por no cuidar adecuadamente de su conejito.
-¡Cierto! ¡Ja, ja, ja!
Esto me duele muchísimo más, desapareció educadamente, y me ha dejado sólo en la bañera, ocioso…con una uña clavada en la espalda.
-¡Cierto también! ¡Ja, ja, ja!
Me gustaba tender su ropa interior…
¡No me digas!, ¡Ja, ja, ja!, ¡Te hacía poner lavadoras, esto tengo que contárselo a Popota!
Cuéntaselo, dile también que me gustaba mordisquear su lóbulo siempre receptivo, y contemplar sus manos ocupadas en mi cuerpo, y ver como su espaldilla se ponía tensa salpicada de luna llena con el vaivén de la marea.
Y me gustaba verla bailar Koop island blues mirándose los pies desnudos, y contemplar, muy cerquita, sus ojos almendrados.

En fin, ya ves, hijo, sólo faltaría que me retiraran la cuenta de este bar, que es como mi hogar de los consuelos.
Ejem… bueno, precisamente…mi jefe, Don Hugo…
No me interrumpas hijo, por que uno quiere pensar que los amigos estarán siempre ahí debajo de las alfombras cuando se les necesita, como las cuatro patas de una silla cuando uno precisa sentarse, y ellos también han desparecido, se han esfumado del mapa desdichado. Sólo un amigo me ha llamado estos días después de lo ocurrido por si me interesaba escribir algún relato erótico en su revista quincenal
¿Y aceptará?
No tengo ahora la libido como para pregonarla, hijo. Ya sabes como acaban todas esas historias… ¡Ahí va el Ebro!, es lo que se espera de ellas. Ya se verá.
-¡ya te digo yo que no!
Asaselo, por favor, deja de importunar y atragántate con las bolitas de anís.
Te aseguro que no escribirás relatos eróticos para subsistir, te tengo preparada una sorpresa para salir del pozo, aunque como siempre, conllevará intereses, tal vez heredes de un familiar.
-Qué decía yo de los amigos… ¡Deja de un lado los desagradables condicionales!
Recuerda de donde vengo, Cochon, soy Asaselo, no Santa Claus.

-Pero usted ha escrito fenomenales textos para teatro, yo no soy un entendido en la materia, pero algunos, me gustaron mucho en su momento, eran frescos y…como se dice…transgresores.

¡Pequeñeces que yo las ornamentaba con sensualidad!, sin embargo, la mayoría, se quedaron en artificios frívolos y superficiales.

No soy nadie ni estoy capacitado para dar lecciones de nada, tómalas, hijo, de algún ganador. Si quieres hacerte rico, no hagas caso de un analista financiero, fíate de quien calce unos Berluti. Si quieres triunfar en el amor, no hagas caso a las memeces que haya aprendido por mi parte, busca a la mujer con quien mejor discutas o pelees, esa es con quien deberás morir a su lado. Aunque, si quieres conservar la cordura, deberías vivir eternamente contigo mismo, sólo, como una única hoja perenne de un pino plantado exclusivamente para ti, para tu lucimiento. Y en eso, hijo, sólo mi amigo Asaselo puede ayudarte.
-¡Así se habla, qué demonios! ¡Haciendo patria! ¡Nunca viene mal un adiestrado soldado para la causa!

-Pero yo no tengo quejas de esta vida, ni usted, señor, debería tenerlas, “Yo soy feliz”

Bebe, muchacho, bebe, terminarás escuchando las sirenas. Vienen cabalgando escobas, sometidas, embadurnadas en cremas que hacen invisibles su desnudez, y sin embargo, tendrás el privilegio de verlas, observarlas, manosearlas… toma, en este trozo de papel está la clave, la contraseña, me marcho, ¿Dónde he dejado mi sombrero?, tengo que marcharme, Asaselo se ocupará de la cuenta.
-¿Su amigo, verdad?
El nuestro, hijo, el nuestro.



¡Pero cómo! ¿No le has dicho nada? ¿Se ha ido sin pagar?
Sólo me ha dado este papel arrugado.
¿Y qué dice?, ¿Qué es lo que está escrito?
Tonterías sin importancia, no merece la pena comentarlo, estaba borracho, muy borracho, acércame el ron, vete a dormir, ya cierro yo.
Como quieras, pero no empines mucho el codo, mañana irremediablemente vuelve a amanecer.
Si, este papel también lo anuncia, volverá a amanecer…
Déjame verlo
Son estupideces, bobadas de borracho, no me hagas caso, ¿todavía queda leche fría con canela en la cámara?
Si
Bien… bien…vete a descansar, nos vemos mañana, y no te preocupes por la cuenta del señor Cochon, tiene amigos muy influyentes, alguien la pagará, estoy seguro.
Pues sí que ha caído en suerte el cerdo.
Ni te figuras cuanta tiene acumulada en el lomo, chico, ni te lo imaginas…








koop island blues






TÍO MONT.







Tío Mont tenía un linaje indudable de cerrajero. Sabía bastante de apretones de manos y por eso se le abrieron muchas puertas a lo largo de su vida. No hay por qué negarlo, también tenía un punto arribista que te sacaba de quicio, pero solía solaparlo con regalos caros y originales que te hacían sentir un astronauta mirando por la escotilla de la nave-lavadora-espacial.
Aparcaba en la puerta su flamante Peugeot 404, daba unos bocinazos colosales para anunciar su llegada, y surgía como un campeón recién laureado del automóvil, con una sonrisa esculpida de triunfo, apretaba un botón del maletero y este se abría por arte de magia como un parpado somnoliento, pesadamente, automáticamente, repleto de presentes de dudosa procedencia (ahora lo sé) para toda la familia. A mamá siempre la dejaba la última, ella esperaba paciente a un costado de la algarabía, y Tío Mont le decía; Hermana, para ti, el más bello de los regalos, un beso de sangre, y se lo espetaba en las mejillas sujetándola por los hombros con la convicción de una ventosa en un cristal mojado.
El lujo, comprendía él, que era una estupidez, una tontería, algo despreciable, casi cursi, pero a el le gustaba, no lo podía remediar. A todos nos gusta más un vermut con aceitunas aunque molesten al beber.

Aprendí tantas cosas de Tío Mont como trabajos desempeñó, pero la época que más recuerdos me trae a la memoria, es aquella en la que trabajó como operador de cabina en los cines Catedral. En aquellas dos pequeñas salas exclusivas para eruditos del negocio en auge que era el cine, se visionaban las películas, se fraguaba las producciones que el futuro espectador vería un par de años más tarde en cualquier cine comercial. De aquellas películas extranjeras se copiaban sin ningún tipo de escrúpulos argumentos, ideas, modos de realización y hasta diálogos enteros de personajes. A mi me dejaba acompañarlo a veces por que le venía bien que alguien vigilara que no se soltara el carrete de los rodillos de aquellas máquinas que producían un ruido infernal que apenas dejaban escuchar la película. Siempre me decía: Cuando una chica te proponga ir al cine, dile que prefieres ir a un hotel, es más higiénico y confortable. Y no te olvides de sacar fuera tus zapatos para que los limpie y embetune el muchacho encargado de los pasillos, eso te dará un plus extra ante la muchacha. Más tarde acabó suministrando atrezzos de la mayoría de los proyectos que se realizaron en los clásicos Estudios Artimaña. En su almacén había toda clase de objetos insólitos, extravagantes, originales, que para nada reflejaban la escasez de medios de la época.
Decía con sorna que todo la había ganado jugando a “las siete y media”, que tenía un método matemático infalible siempre que en la baraja se perdiera “por descuido” un par de cartas, en concreto un cuatro y un tres, y yo lo creía a pies juntillas, por que cuando jugaba al “secalló,” me llevaba de señuelo, y pude comprobar infinidad de veces su habilidad con los naipes españoles. Yo sólo tenía que procurar arrojar en el tapete siempre las cartas del mismo palo, por ejemplo, todos los oros que cayeran en mis manos, aunque con ello los contrincantes se anotaran alguna ronda. Al final, Tío Mont siempre acababa invitando con las ganancias.
Cuando vino de regreso del primer viaje a Boston, donde se trataba la molesta enfermedad, me citó en su casa con el pretexto de un negocio ventajoso para los dos, pero lo que me trajo fue un catering completo de la compañía aérea para que supiera lo que se come en los aviones de los vuelos transoceánicos;” tu crees que con esta lechuguita van a mantener a tu tío con vida, anda, ayúdame a subir al coche y vámonos a un restaurante respetable”
Me enseñó, para mi entender, algo fundamental; Que el contexto de la persona, dice más que la propia persona en sí.
Cuando perdía el pelo a mechones, en un arrebato de elegancia, se cubrió su talento desnudo con un sombrero borsalino que lo acompaño hasta la tumba, por que yo mismo coloqué la prenda encima del ataúd cuando lo introducían en el hueco oscuro. No saldrás de hay nunca más, Tío Mont, tus astucias y adulaciones no serán correspondidas, y mira que lo siento, aunque herede una gran fortuna. Sólo espero que Asaselo no tenga nada que ver en este turbio asunto.









CONFESIONES





Durante un tiempo prosperó en la vida. Socialmente, quiero decir. Los negocios alcanzaron buena rentabilidad, la suficiente para poder despreocuparse de ellos. Era invitada a fiestas y a maratones benéficas. Después lo perdió todo en aquel lío del cacao y sus nacionalizaciones indígenas. Se preguntaba desconsolada: ¿A quien aferrarse para soportar el mal trago? Se respondía ilusionada: A Dios, el Dios que tenía más cercano y que le suplicaba que lo vejara para poder perdonarla, al Dios con el que mejor se reflejaba en el espejo de la entrada de la casa, el que tenía más cercano, ese que adornaba con ganchillo y fotos de la familia.
Y fue muy cuidadosa de la palabra de Yavé enunciada en la Vulgata, y muy devota de su inabarcable y santísima madre.
Y le fue bien durante mucho tiempo, incluso, de nuevo, socialmente, aunque ahora los desayunos no consistían en zumito y tostadas acarameladas con sirope, el pan sopado en leche siempre fue una poderosa fuente de energía para empezar la jornada.
Hete aquí, que la fortuna se coló en la fiesta con una botella de ginebra dispuesta a ser mezclada en el ponche. Con un pequeño cartoncito lisérgico en el doble del calcetín. Y le proporcionó un premio record-millonario de la prestigiosa casa de loterías y apuestas del estado.
Todo estaba de nuevo en su lugar, de donde nunca debió menearse, y el orbe giraba ahora según lo acordado, como el valioso jarrón chino que lleva esperando mil años para romperse en un eventual tropiezo y sigue ahí, esbelto y deslumbrante, viendo pasar a generaciones mal intencionadas pero cuidadosas de no despedazarlo. Había, sin embargo, un pequeño problema que la atormentaba. Asiduamente ronroneaba la dichosa ceniza en la frente, por que parece ser, que es más difícil que un rico entre en el reino de los cielos, que un camello haga malabares por el ojo de una aguja. La traducción, erosionada por el paso de las lenguas, debería estar equivocada,- meditaba ella-, semejante tontería no tiene ni pies ni cabeza, y mucho menos dicha por “el maestro”. Pero claro, hasta ahora las demás “tonterías erosionadas” la vestían oportunamente como un maniquí de la talla 36, las bienaventuranzas y demás sermones de megáfonos amplificados le habían ido bien en su tranquila vida, poseían el efecto de cuando iba en ocasiones contadas a algún restaurante asiático y siempre pedía el mismo menú, por que ese mismo menú fue el que pidió la primera vez, y ya le iba bien.

--- En el confesionario------

¿Y la caridad? Padre, ¿Qué hacemos con la caridad? Ahora que realmente está en mis manos, ¿Llenamos de lombrices neumáticas la bolsa-pico del pelícano para que regurgite una parte a los pequeños bolsillos de los polluelos?

Padre Pérez-Bueno, ¿Qué debo hacer?

Cómprese una parcela en el infierno.
¿Puedo hacer eso?
¡Claro que puede!, ¡todos tenemos de alguna u otra forma ganada una parcela en el infierno!, espero que la mía, sin ir más lejos, tenga una gran biblioteca y sea una refinada interpretación del suplicio de Sísifo, en la que suba la piedra de la ignorancia por una montaña ingente de libros sin alcanzar nunca la cima del conocimiento.

Que profundo, padre; acepte un pequeño donativo por el consejo, cómprese una sotana nueva y un par de zapatos.
Gracias, hija, Lo celebraré a su salud y encontraré la manera de hacer llegar una parte de tu generosidad a los jornaleros de la vid, esos que pisan pertinazmente la uva en los lagares.
Hágame caso, padre, cómprese una sotana nueva y no se lo gaste todo en vino.

CONFESIONES II




Padre, yo no quiero entender, quiero creer.
-Estas visitas te proporcionarán mucho bien, ya lo verás.
He leído que Dios es el fundamento de todo pensamiento que lo acepte.
Esto me lleva a pensar, que, en teoría, si se acepta la idea de Dios plenamente, no puedo partir de otra categoría de concepto que no sea el de Dios, es decir:
El tipo que dice: “Yo creo en Dios”, éste tiene el problema resuelto, lo encauzó todo, puede no pensar más a partir de ese razonamiento, por que Dios, piensa por él, Dios sufre por él, Dios tiene angustias por él, Dios va a morir por él, por que le va hacer morir prometiéndole un futuro paraíso de bienaventuranzas y goces. Goces espirituales, por supuesto.
Esa es una versión muy manida de una idea de Nietzsche, hija, el anticristo de la filosofía. Ese hombre era el diablo en persona. No deberías leer esa literatura si atraviesas un terreno de dudas. El mismo Nietzsche tiene una frase descomunal; no hay hechos, hay interpretaciones. Así que ¿Dónde está la verdad? Vulgarmente es lo que se conoce como “según el color del cristal con que se mire.” Es relativismo puro y duro enfocado al triunfo de la razón. No me vengas con filosofía, hija, que por ahí babeo.

Sí, pero, hablando de la verdad, luego alguien dijo;”la verdad es una conquista de la voluntad de poder.” Y la iglesia, padre, convendrá usted, acapara mucho poder, como para que su interpretación de los hechos, se convierta en “la verdad”.
Denoto un punto de soberbia en tu planteamiento, te aferras a los extremos, y no es esa una buena actitud. Iglesia somos todos, hija, qué más da lo que dijera uno u otro, si de verdad quieres creer y no entender, ¿qué problema tienes? Estás en un confesionario, realizando el purificador acto de la confesión, ya has dado un primer paso, tómate tu tiempo para sentirte plena en espíritu y bañada por la Gracia Divina. No leas tanto, sigue amparándote bajo el manto de la santa madre y no te traigas como un único souvenir del paraíso a la serpiente. Puedes irte en paz…
Ah, hija, acuérdate de la caridad hacia tus semejantes y de la sotana nueva, esos sentimientos verdaderos también son un primer paso hacia la reconciliación con el Señor. Estamos arreglando, con los escasos medios de los que disponemos, la megafonía para que en las capillas adyacentes se pueda aclamar la palabra de Dios, y tenemos en mente el proyecto de restauración del maltrecho retablo de San Porfirio el anacoreta con pan de oro y un tratamiento costosísimo para la voraz carcoma…


PALABRAS








Han cerrado las contraventanas, corrido las cortinas. Recogido las mesas. Instalado la mantelería, cubiertos y vajilla en el aparador. Han retirado los periódicos y revistas a la hemeroteca. Han apagado luces y velas, dejando una tenue fragancia a sándalo en las estancias.
El aire está lleno de palabras, dispersas, enmarañadas. Solo hay que alargar el brazo y recogerlas con la mano: infamias, amor, dinero, guerra, fútbol, crisis, emociones, crítica, política, cultura, pasiones, poder…
Son las mismas de ayer, las de mañana, son las mismas de siempre, que se quedan al cerrar el casino, pacientes y resignadas, a ser dichas de nuevo al otro día.























EL FOGUERER.



Querido diario, me he enamorado. Fue verlo procesionar con su traje de foguerer, pañuelo al cuello, chaleco bordado con motas de oro, y aquellos colores berenjena y ceniza, y luciendo mantón al hombro como los bandoleros, que sufrí una palpitación rompe sujetadores inusual para mi karma. Este gitano playero tiene que ser mío. ¡Con qué garbo movía el sombrero de ante, dios mío!, y en pleno Junio, con la que cae.

Lo he seguido hasta la foguera Carrer Sant Vicent, esquina con Manuel Antón. Parece que está muy implicado por que todo el mundo lo saluda y lo felicita como si hubiera ganado algo. Mañana mismo me apunto al torneo de parchís que organiza una de sus barracas.

Mejor no, debo pensar otra forma de aproximación más sofisticada, tengo que averiguar más cosas de mi futurible, qué pie gasta, dónde tiene las cosquillas, en qué lado le gusta dormir de la cama, si me aburrirá con teorías económicas para paliar el hambre en el mundo, o será el típico niñato imbécil envuelto en hombre de calvicie prominente que no sabe hacer nada. Está gordo,¿y qué?, más sorpresa se llevará cuando haga grande en mi boca su pajarito, ya sabes, querido diario, que eso me vuelve loca, y sepa mi hombre que posee en su anatomía aparato reproductor, al menos al contacto, por que está claro que con esa prominente barriga encallada, hace años que no se divisa la proa.

¡Mira!. Qué mas da, este bombón me lo quedo aunque se me derrita en el bolsillo.
Mañana mismo al campeonato de parchís, a pagar la cuota, y a conocerme el barrio.
Buenas noches, querido diario.







Querido diario, el amor de mi vida se llama Eduardo y está casado con otra mujer, hoy la he visto pasear colgada de su brazo como si sujetara una reliquia. No es rival. Nadie se quiere durante tanto tiempo, está demostrado científicamente, mas, se comprende el asidero por la delicada salud por la que parecía atravesar el carcamal.
Eduardo, Eduardo, prepárate para lo que se te viene encima.
Por cierto, me han eliminado a las primeras de cambio del torneo de parchís. He de decir en mi favor, que estaba más pendiente de mi calvito, que de contarme veinte.
Mañana asistiré temprano a la parrillada de sardinas y tal vez, pueda tropezar algunas palabras con él.
Buenas noches, querido diario.










Querido diario, no tengo suficiente entendimiento para expresarte lo feliz que me siento, nunca me he reído tanto con un hombre, y no lo digo por su tartamudez chocarrera, sino por lo afilados de sus comentarios hacia la vida en general. De cualquier tema tiene un chascarrillo mi amado Eduardo. Creo que le he hecho tilín. Después del almuerzo hemos ido juntos a la presentación del llibret de la foguera y me he sentido una más entre todos los vecinos, hemos quedado mañana para la mascletá nocturna, a la cual me ha dicho que acudirá sólo por que su esposa padece una grave dolencia y necesita mucho reposo. Esa bruja caerá pronto y pienso mojar con pan la albondiguita que me toca.
Buenas noches, querido diario.








Querido diario, no sé como masticar este filete de sentimientos de categoría B.
Eduardo es un cobarde, y no lo digo por que estuviera bajo mi regazo durante toda la mascletá con el pretexto de que le asustaba demasiado el ruido, lo digo por aplazar lo que la naturaleza tiene por inevitable. Prefiero un gatillazo que una evasiva.
¿Habré sido demasiado lanzada? ¿Por qué sitúan en los teclados tan difíciles de pulsar los signos de interrogación? Desde luego dan ganas de no hacerse más preguntas.
Si Tarzán llama en la selva, los animales acuden. He sido correcta y clara, ¿para qué andar con rodeos?, vaya, otra pregunta.
Me ha dicho que mañana me dará una respuesta a mi proposición de felicidad conjunta, nos hemos citado en la cremá. Sólo contemplo la victoria en este combate y pelar mi pistachito de una vez por todas.
Buenas noches, querido diario.










Querido diario, ya sé que no son horas para contarte estas cosas, está amaneciendo, así que seré breve, por que además, tengo agujetas en las piernas de hacer sentadillas entre los coches para orinar.
Creo que no existe alfombra que se sienta más pisoteada que yo. El príncipe del cuento ha resultado ser un hombre de juguete, Mister Potato con las cuerdas vocales dañadas.
Después de que los bomberos cerraran la manguera definitivamente hasta el año que viene, Eduardo me ha dado una carta en un sobre cerrado, con lágrimas en los ojos, justificándome a su manera lo que ya sé, que no tiene don de palabra, y que por eso me redactaba aquella carta enunciándome sus emociones.
¡Maldito hijo de la gran puta, rata nacida de vientre de mujer, que prefiere desperdicios a un Gouda semicurado y sabroso al paladar.!
Querido diario, tú que me conoces, cómo pude enamorarme de alguien que escribe cosas como:
Prefiero verte partir como te he visto llegar… hay un amor que es paciencia
y otro que es sólo aromar… puedo enseñarte a volar, pero no seguirte el vuelo…y otras lindeces como: la mujer que no conoce obligaciones, se consuela con canciones y se olvida de querer…
¡Pero qué se ha creído este cretino! Desde Hoy mismo me declaro amazonas de la guardia personal de Dionisos, se acabó la moda de los San Pancracios, en cuanto se me pase la resaca, pienso salir al campo a cazar mariposas que ya hayan rebasado la etapa de capullos.
Buenas noches, querido diario.







SUBJUNTIVO






Había una vez una lengua húmeda y exploradora, y había una vez unos ojos color de uva.
Había una vez un tiempo de siembra y nunca dio tiempo a que hubiera uno de cosecha.
En un tiempo de futuro perfecto, tú hubieres habido y yo hubiere habido, en uno pretérito pluscuamperfecto, tú hubieras habido y yo hubiera habido, siempre en subjuntivo, por supuesto, y decentemente mudados de ropa interior.

Se te aparecerá el diablo y te dará a comer cortezas de cerdo, enroscadas y duras. Disciplinado como es él en sus cosas, las que le importan, tendrá a bien ofrecértelas con un ovillo de enredos y tinglados, y ya no necesitaras hacer gárgaras con licor dental barato para quitarte el mal sabor de boca, ahora la celulosa, eso que ni tú ni yo podemos digerir, pero las vacas sí, hará el mismo trabajo si cabe con más clase.

¡TUUUUUUUUUU, TUUUUUUUUUUUU!

¡POR ORDEN DEL SEÑOR LECTORRRRRRR!

¡SE HACE SABERRRRRRRR!

¡QUE LAS MOZAS Y LOS MOZOSSSSSSS!

¡TENGAN A BIENNNNNNNN!

¡DESPEJAR EL SUBJUNTIIIIIIIIVO!

HACER EL ABEJORRO



Entró en la sala con la chaqueta al hombro, con paso bailarín y aires de dandy
-¡Ave María Purísima!
-¡Sin pecado concebida!
-¡Novedades!
-¡ninguna!
Así me gusta, ¿que te ha dicho ella?
-¿Quién?
La chica, ¿quien va a ser?
que le haga el abejorro....
puessssssss
oye, escucha una cosa, pariente, no le des ventaja, nunca. Recostándose en su sillón encuerado de oficina dijo: ¿Te he contado lo que me pasó una vez en el baile de las cruces de Mayo?
-no lo recuerdo, la verdad.
Un día que tengamos tiempo para almacenar acordes en séptima menor te lo contaré con detalle, ahora ven, sígueme; y de un respingo saltó por encima de mí sin pértiga aparente y echó a andar, ¡qué digo a andar!, a trotar, a correr, ¡qué digo a correr!, a cabalgar enloquecido por el pasillo arriba y abajo, sacándome tres vueltas de ventaja como por otra parte tiene viciada costumbre, hasta que aparecimos en el luminoso patio interior.

Nunca dejes que el viento te de miedo entre los árboles.
Lo tendré en cuenta.
¿Escuchas el zumbido?
No escucho nada
¡Por el amor de dios, mira hacia arriba!
¡Mon Dieu! qu'est-ce que c’est?
Un enjambre superlativo de abejas, marcialmente organizadas, de los que suelen perseguirte hasta el río para succionarte el tuétano.
¡Pero, alejémonos, aquí debajo corremos peligro!
Nada, nada, hombre, no te inquietes, están preocupadas en instalarse en su nueva casa, y eso es precisamente lo que le vamos a proporcionar. Recogeremos una caja de tamaño considerable, le haremos un pequeño orificio que servirá de entrada al castillo, y antes de tapar la caja introduciremos el enjambre en ella.
¡¿Cómo?!
No te preocupes, te subiré a hombros y con un certero golpe conseguirás que el enjambre caiga dentro de la caja, después le pones la tapa y lo dejamos en paz hasta que anochezca. Ya vendremos a por él cuando estén más calmadas y todas se encuentren durmiendo en su nueva colmena de cartón.
¡Pero me comerán a picotazos!
Es un riesgo que los valientes debemos correr
¿Debemos?
Sí, debemos.
¿Y después?
Después actuaremos exactamente como en ese maravilloso relato de Hitchcock donde asesina a un enemigo enviando por correo unas avispas a las que el malvado era alérgico. Un trabajo limpio y cuidadosamente ejecutado.
Creo que será mejor llamar a un apicultor, él sabrá lo que hacer…
Naderías, sígueme, ¡vamos!
¡De veras crees que voy a subirme a tus hombros y meter esa nube de veneno en una caja de cartón! Tuve que gritar por que ya se alejaba de mi vista con paso decidido.

Cuando entré de nuevo a la sala, estaba escribiendo en un sobre una dirección con violenta mímica de esquizofrénico. Me acerqué para ver el destinatario de la ocurrencia…

De acuerdo, no hace falta que me subas a hombros, conseguiré una escalera, ¿quieres que le ponga un lazo a la caja?
No será necesario, pero me tendrás que explicar cómo le haces el abejorro
¿A quien?
Puessssssssss, A la chica, ¿a quien va a ser?

BAJARSE AL MORO



Y la miré directamente a sus bonitos ojos.
Estaba tan guapa con su falda larga de gasa y baja de talle, dejando al aire su ombligo moreno, que gustosamente allí mismo le hubiera dado cuello de pavo obviando el olor a rifeña que la envolvía.
¿Por qué llevas un par de grapas en la ceja derecha? ¿Es para recordar algo?
Es la moda en Morolandia
¿Y la comida? Estás más delgada
¿La prefieres con moscas o sin moscas?
Pues sí que ha perdido encanto la zona.
Encanto y calidad; Te aseguro que lo más gustoso que degusté en Chefchaouén fue el sarro de mis dientes. Ahora necesito aliviar urgente el cuerpo y vaciar el cargamento de provisiones que llevo en el estómago. ¿No tienes una cacerola?
Pues sí, la tengo preparada junto con la lavativa.
Por cierto, ¿donde está Enzo?
¿Enzo? ¿Qué Enzo?
Mi conejito del alma, Enzo, lo tienes por casa…
Si, bueno, sabes, él…en fin, no pienses ahora en eso
¿Por qué?
Pues por que… no sé, deberías pensar, y, hacer, lo que debes y tienes que hacer, por motivos claramente obvios…
¿Qué farfullas, Cochon?
Nada, nada, digo que deberías, por tu bien, por nuestro bien, y el de Enzo, por supuesto, el de Enzo, ya sabes, tomarte las cosas como vienen, sin ningún patrón establecido, como una partitura de Zappa.

No te equivoques, Zappa lo tenía todo muy bien pensado y bien escrito, era una máquina inteligentísima y bien engrasada.

No lo dudo, no lo dudo, hablemos si quieres de Zappa y sus películas tan extrañas, ¿verdad?, y su grupo de groupies, como se llamaban… a sí, las GTO, tan impulsivas ellas en materia sexual, y el cantante negro, ¿recuerdas?, bueno, eras muy joven, no habías nacido, pero te aseguro que estaba completamente loco, si señor. Zappa, un maestro, un genio, una leyenda, el discípulo aventajado sin pretenderlo de Varèse…ya sabes, Edgar Varèse, aquel que hacía música con sirenas de barco…

Cochon, Cochon, para el carro, no sé donde quieres ir a parar, ¿Le ha pasado algo a Enzo?
¡Cochon!, levanta la vista del suelo y mírame a los ojos. ¿Le ha pasado algo malo a Enzo?

Y la miré directamente a sus bonitos ojos.
Estaba tan guapa con su falda larga de gasa y baja de talle, dejando al aire su ombligo moreno, que gustosamente allí mismo le hubiera dado cuello de pavo obviando el olor a rifeña que la envolvía.
¿Por qué llevas un par de grapas en la ceja derecha? ¿Es para recordar algo?
Es la moda en Morolandia
¿Y la comida? Estás más delgada
¿La prefieres con moscas o sin moscas?
Pues sí que ha perdido encanto la zona.
Encanto y calidad; Te aseguro que lo más gustoso que degusté en Chefchaouén fue el sarro de mis dientes. Ahora necesito aliviar urgente el cuerpo y vaciar el cargamento de provisiones que llevo en el estómago. ¿No tienes una cacerola?
Pues sí, la tengo preparada junto con la lavativa.
Por cierto, ¿donde está Enzo?
¿Enzo? ¿Qué Enzo?
Mi conejito del alma, Enzo, lo tienes por casa…
Si, bueno, sabes, él…en fin, no pienses ahora en eso
¿Por qué?
Pues por que… no sé, deberías pensar, y, hacer, lo que debes y tienes que hacer, por motivos claramente obvios…
¿Qué farfullas, Cochon?
Nada, nada, digo que deberías, por tu bien, por nuestro bien, y el de Enzo, por supuesto, el de Enzo, ya sabes, tomarte las cosas como vienen, sin ningún patrón establecido, como una partitura de Zappa.

No te equivoques, Zappa lo tenía todo muy bien pensado y bien escrito, era una máquina inteligentísima y bien engrasada.

No lo dudo, no lo dudo, hablemos si quieres de Zappa y sus películas tan extrañas, ¿verdad?, y su grupo de groupies, como se llamaban… a sí, las GTO, tan impulsivas ellas en materia sexual, y el cantante negro, ¿recuerdas?, bueno, eras muy joven, no habías nacido, pero te aseguro que estaba completamente loco, si señor. Zappa, un maestro, un genio, una leyenda, el discípulo aventajado sin pretenderlo de Varèse… ya sabes, Edgar Varèse, aquel que hacía música con sirenas de barco…


Cochon, Cochon, para el carro, no sé donde quieres ir a parar, ¿Le ha pasado algo a Enzo?
¡Cochon!, levanta la vista del suelo y mírame a los ojos. ¿Le ha pasado algo malo a Enzo?

Y la miré directamente a sus bonitos ojos.
Estaba tan guapa con su falda larga de gasa y baja de talle, dejando al aire su ombligo moreno, que gustosamente allí mismo le hubiera dado cuello de pavo obviando el olor a rifeña que la envolvía.
¿Por qué llevas un par de grapas en la ceja derecha? ¿Es para recordar algo?
Es la moda en Morolandia
¿Y la comida? Estás más delgada
¿La prefieres con moscas o sin moscas?
Pues sí que ha perdido encanto la zona.
Encanto y calidad; Te aseguro que lo más gustoso que degusté en Chefchaouén fue el sarro de mis dientes. Ahora necesito aliviar urgente el cuerpo y vaciar el cargamento de provisiones que llevo en el estómago. ¿No tienes una cacerola?
Pues sí, la tengo preparada junto con la lavativa.
Por cierto, ¿donde está Enzo?
¿Enzo? ¿Qué Enzo?
Mi conejito del alma, Enzo, lo tienes por casa…
Si, bueno, sabes, él…en fin, no pienses ahora en eso
¿Por qué?
Pues por que… no sé, deberías pensar, y, hacer, lo que debes y tienes que hacer, por motivos claramente obvios…
¿Qué farfullas, Cochon?
Nada, nada, digo que deberías, por tu bien, por nuestro bien, y el de Enzo, por supuesto, el de Enzo, ya sabes, tomarte las cosas como vienen, sin ningún patrón establecido, como una partitura de Zappa.

No te equivoques, Zappa lo tenía todo muy bien pensado y bien escrito, era una máquina inteligentísima y bien engrasada.

No lo dudo, no lo dudo, hablemos si quieres de Zappa y sus películas tan extrañas, ¿verdad?, y su grupo de groupies, como se llamaban… a sí, las GTO, tan impulsivas ellas en materia sexual, y el cantante negro, ¿recuerdas?, bueno, eras muy joven, no habías nacido, pero te aseguro que estaba completamente loco, si señor. Zappa, un maestro, un genio, una leyenda, el discípulo aventajado sin pretenderlo de Varèse… ya sabes, Edgar Varèse, aquel que hacía música con sirenas de barco…


Cochon, Cochon, para el carro, no sé donde quieres ir a parar, ¿Le ha pasado algo a Enzo?
¡Cochon!, levanta la vista del suelo y mírame a los ojos. ¿Le ha pasado algo malo a Enzo?

Y la miré directamente a sus bonitos ojos.
Estaba tan guapa con su falda larga de gasa y baja de talle, dejando al aire su ombligo moreno, que gustosamente allí mismo le hubiera dado cuello de pavo obviando el olor a rifeña que la envolvía.
¿Por qué llevas un par de grapas en la ceja derecha? ¿Es para recordar algo?
Es la moda en Morolandia
¿Y la comida? Estás más delgada
¿La prefieres con moscas o sin moscas?
Pues sí que ha perdido encanto la zona.
Encanto y calidad; Te aseguro que lo más gustoso que degusté en Chefchaouén fue el sarro de mis dientes. Ahora necesito aliviar urgente el cuerpo y vaciar el cargamento de provisiones que llevo en el estómago. ¿No tienes una cacerola?
Pues sí, la tengo preparada junto con la lavativa.
Por cierto, ¿donde está Enzo?
¿Enzo? ¿Qué Enzo?
Mi conejito del alma, Enzo, lo tienes por casa…
Si, bueno, sabes, él…en fin, no pienses ahora en eso
¿Por qué?
Pues por que… no sé, deberías pensar, y, hacer, lo que debes y tienes que hacer, por motivos claramente obvios…
¿Qué farfullas, Cochon?
Nada, nada, digo que deberías, por tu bien, por nuestro bien, y el de Enzo, por supuesto, el de Enzo, ya sabes, tomarte las cosas como vienen, sin ningún patrón establecido, como una partitura de Zappa.

No te equivoques, Zappa lo tenía todo muy bien pensado y bien escrito, era una máquina inteligentísima y bien engrasada.

No lo dudo, no lo dudo, hablemos si quieres de Zappa y sus películas tan extrañas, ¿verdad?, y su grupo de groupies, como se llamaban… a sí, las GTO, tan impulsivas ellas en materia sexual, y el cantante negro, ¿recuerdas?, bueno, eras muy joven, no habías nacido, pero te aseguro que estaba completamente loco, si señor. Zappa, un maestro, un genio, una leyenda, el discípulo aventajado sin pretenderlo de Varèse… ya sabes, Edgar Varèse, aquel que hacía música con sirenas de barco…


Cochon, Cochon, para el carro, no sé donde quieres ir a parar, ¿Le ha pasado algo a Enzo?
¡Cochon!, levanta la vista del suelo y mírame a los ojos. ¿Le ha pasado algo malo a Enzo?

ENZO




Llegará navidad mil veces, y novecientas noventa y nueve veces las demás estaciones, y todavía no obtendré su perdón, Yo no lo maté, se murió de refinamiento, que todo hay que apuntarlo.
Cuando Olimpia me pidió (casi me ordenó) que cuidara de Enzo durante su estancia en Marruecos, no me pareció el plan más acertado teniendo en cuenta mi dejadez por preocuparme de la vida de los demás animales de cuatro patas. Aun así puse empeño en la tarea y me fui directo a una librería a informarme del tema. La librera, tras un breve cuestionario me vendió un best-seller sobre la cría de conejos-mascotas: The house Rabbit handbook, por una tal Marinell Harriman.
Nada más ojearlo y encontrarme con perlas como estas:”Téngale una delicia como una zanahoria o un pedazo de manzana, platanito (banana) o un pellizco de avena en su mano,” supe que había comprado el libro equivocado. Así que me pregunté; vamos a ver, ¿qué come el bicho? Evidentemente, gránulos de alimento que serán de fácil adquisición en cualquier supermercado, supongo.
¿Y qué capacidad de adaptabilidad posee? Completa, excelente, lo había visto corretear por aquella su casa y apostaría mis tirantes a que podría recorrerla con los ojos vendados. Que no te quepa duda, Cochon, sobreviviría dos semanas con un saco de pienso para esos perros enanos que transportan en los bolsos y una garrafa de sifón de tres cuartos. Finito, capú, asunto arreglado.

¡Qué desgracia, mon Dieu!, ¡Qué equivocado estaba! Por que lo cierto fue que el líquido ni lo probó, y el saco sí que apareció roído, sí, pero no debió gustarle la manduca lo suficiente y murió de sibaritismo. Pobrecito, parecía cuando lo encontré un coco gigante deshilachado con rastas, con el cuello torcido y rodeado de sus propias deyecciones.

Quien lo diría, con lo espabilado que parecía correteando por la ciudad con su arnés colorido esquivando diligentemente a los transeúntes, llamando la atención de viandantes anonadados por la pericia del bicho, recibiendo receptivo y meloso las caricias con aquella mirada gentil y moviendo constantemente la naricita como dando gracias por el afecto mostrado. “Si sólo le falta hablar”, me decía persistentemente Olimpia.

Yo le dije que se murió de pena, de melancolía, por la marcha y abandono de su madre-propietaria, agregando parte de mi desliz a su inmaculada culpa.