BAJARSE AL MORO



Y la miré directamente a sus bonitos ojos.
Estaba tan guapa con su falda larga de gasa y baja de talle, dejando al aire su ombligo moreno, que gustosamente allí mismo le hubiera dado cuello de pavo obviando el olor a rifeña que la envolvía.
¿Por qué llevas un par de grapas en la ceja derecha? ¿Es para recordar algo?
Es la moda en Morolandia
¿Y la comida? Estás más delgada
¿La prefieres con moscas o sin moscas?
Pues sí que ha perdido encanto la zona.
Encanto y calidad; Te aseguro que lo más gustoso que degusté en Chefchaouén fue el sarro de mis dientes. Ahora necesito aliviar urgente el cuerpo y vaciar el cargamento de provisiones que llevo en el estómago. ¿No tienes una cacerola?
Pues sí, la tengo preparada junto con la lavativa.
Por cierto, ¿donde está Enzo?
¿Enzo? ¿Qué Enzo?
Mi conejito del alma, Enzo, lo tienes por casa…
Si, bueno, sabes, él…en fin, no pienses ahora en eso
¿Por qué?
Pues por que… no sé, deberías pensar, y, hacer, lo que debes y tienes que hacer, por motivos claramente obvios…
¿Qué farfullas, Cochon?
Nada, nada, digo que deberías, por tu bien, por nuestro bien, y el de Enzo, por supuesto, el de Enzo, ya sabes, tomarte las cosas como vienen, sin ningún patrón establecido, como una partitura de Zappa.

No te equivoques, Zappa lo tenía todo muy bien pensado y bien escrito, era una máquina inteligentísima y bien engrasada.

No lo dudo, no lo dudo, hablemos si quieres de Zappa y sus películas tan extrañas, ¿verdad?, y su grupo de groupies, como se llamaban… a sí, las GTO, tan impulsivas ellas en materia sexual, y el cantante negro, ¿recuerdas?, bueno, eras muy joven, no habías nacido, pero te aseguro que estaba completamente loco, si señor. Zappa, un maestro, un genio, una leyenda, el discípulo aventajado sin pretenderlo de Varèse…ya sabes, Edgar Varèse, aquel que hacía música con sirenas de barco…

Cochon, Cochon, para el carro, no sé donde quieres ir a parar, ¿Le ha pasado algo a Enzo?
¡Cochon!, levanta la vista del suelo y mírame a los ojos. ¿Le ha pasado algo malo a Enzo?

Y la miré directamente a sus bonitos ojos.
Estaba tan guapa con su falda larga de gasa y baja de talle, dejando al aire su ombligo moreno, que gustosamente allí mismo le hubiera dado cuello de pavo obviando el olor a rifeña que la envolvía.
¿Por qué llevas un par de grapas en la ceja derecha? ¿Es para recordar algo?
Es la moda en Morolandia
¿Y la comida? Estás más delgada
¿La prefieres con moscas o sin moscas?
Pues sí que ha perdido encanto la zona.
Encanto y calidad; Te aseguro que lo más gustoso que degusté en Chefchaouén fue el sarro de mis dientes. Ahora necesito aliviar urgente el cuerpo y vaciar el cargamento de provisiones que llevo en el estómago. ¿No tienes una cacerola?
Pues sí, la tengo preparada junto con la lavativa.
Por cierto, ¿donde está Enzo?
¿Enzo? ¿Qué Enzo?
Mi conejito del alma, Enzo, lo tienes por casa…
Si, bueno, sabes, él…en fin, no pienses ahora en eso
¿Por qué?
Pues por que… no sé, deberías pensar, y, hacer, lo que debes y tienes que hacer, por motivos claramente obvios…
¿Qué farfullas, Cochon?
Nada, nada, digo que deberías, por tu bien, por nuestro bien, y el de Enzo, por supuesto, el de Enzo, ya sabes, tomarte las cosas como vienen, sin ningún patrón establecido, como una partitura de Zappa.

No te equivoques, Zappa lo tenía todo muy bien pensado y bien escrito, era una máquina inteligentísima y bien engrasada.

No lo dudo, no lo dudo, hablemos si quieres de Zappa y sus películas tan extrañas, ¿verdad?, y su grupo de groupies, como se llamaban… a sí, las GTO, tan impulsivas ellas en materia sexual, y el cantante negro, ¿recuerdas?, bueno, eras muy joven, no habías nacido, pero te aseguro que estaba completamente loco, si señor. Zappa, un maestro, un genio, una leyenda, el discípulo aventajado sin pretenderlo de Varèse… ya sabes, Edgar Varèse, aquel que hacía música con sirenas de barco…


Cochon, Cochon, para el carro, no sé donde quieres ir a parar, ¿Le ha pasado algo a Enzo?
¡Cochon!, levanta la vista del suelo y mírame a los ojos. ¿Le ha pasado algo malo a Enzo?

Y la miré directamente a sus bonitos ojos.
Estaba tan guapa con su falda larga de gasa y baja de talle, dejando al aire su ombligo moreno, que gustosamente allí mismo le hubiera dado cuello de pavo obviando el olor a rifeña que la envolvía.
¿Por qué llevas un par de grapas en la ceja derecha? ¿Es para recordar algo?
Es la moda en Morolandia
¿Y la comida? Estás más delgada
¿La prefieres con moscas o sin moscas?
Pues sí que ha perdido encanto la zona.
Encanto y calidad; Te aseguro que lo más gustoso que degusté en Chefchaouén fue el sarro de mis dientes. Ahora necesito aliviar urgente el cuerpo y vaciar el cargamento de provisiones que llevo en el estómago. ¿No tienes una cacerola?
Pues sí, la tengo preparada junto con la lavativa.
Por cierto, ¿donde está Enzo?
¿Enzo? ¿Qué Enzo?
Mi conejito del alma, Enzo, lo tienes por casa…
Si, bueno, sabes, él…en fin, no pienses ahora en eso
¿Por qué?
Pues por que… no sé, deberías pensar, y, hacer, lo que debes y tienes que hacer, por motivos claramente obvios…
¿Qué farfullas, Cochon?
Nada, nada, digo que deberías, por tu bien, por nuestro bien, y el de Enzo, por supuesto, el de Enzo, ya sabes, tomarte las cosas como vienen, sin ningún patrón establecido, como una partitura de Zappa.

No te equivoques, Zappa lo tenía todo muy bien pensado y bien escrito, era una máquina inteligentísima y bien engrasada.

No lo dudo, no lo dudo, hablemos si quieres de Zappa y sus películas tan extrañas, ¿verdad?, y su grupo de groupies, como se llamaban… a sí, las GTO, tan impulsivas ellas en materia sexual, y el cantante negro, ¿recuerdas?, bueno, eras muy joven, no habías nacido, pero te aseguro que estaba completamente loco, si señor. Zappa, un maestro, un genio, una leyenda, el discípulo aventajado sin pretenderlo de Varèse… ya sabes, Edgar Varèse, aquel que hacía música con sirenas de barco…


Cochon, Cochon, para el carro, no sé donde quieres ir a parar, ¿Le ha pasado algo a Enzo?
¡Cochon!, levanta la vista del suelo y mírame a los ojos. ¿Le ha pasado algo malo a Enzo?

Y la miré directamente a sus bonitos ojos.
Estaba tan guapa con su falda larga de gasa y baja de talle, dejando al aire su ombligo moreno, que gustosamente allí mismo le hubiera dado cuello de pavo obviando el olor a rifeña que la envolvía.
¿Por qué llevas un par de grapas en la ceja derecha? ¿Es para recordar algo?
Es la moda en Morolandia
¿Y la comida? Estás más delgada
¿La prefieres con moscas o sin moscas?
Pues sí que ha perdido encanto la zona.
Encanto y calidad; Te aseguro que lo más gustoso que degusté en Chefchaouén fue el sarro de mis dientes. Ahora necesito aliviar urgente el cuerpo y vaciar el cargamento de provisiones que llevo en el estómago. ¿No tienes una cacerola?
Pues sí, la tengo preparada junto con la lavativa.
Por cierto, ¿donde está Enzo?
¿Enzo? ¿Qué Enzo?
Mi conejito del alma, Enzo, lo tienes por casa…
Si, bueno, sabes, él…en fin, no pienses ahora en eso
¿Por qué?
Pues por que… no sé, deberías pensar, y, hacer, lo que debes y tienes que hacer, por motivos claramente obvios…
¿Qué farfullas, Cochon?
Nada, nada, digo que deberías, por tu bien, por nuestro bien, y el de Enzo, por supuesto, el de Enzo, ya sabes, tomarte las cosas como vienen, sin ningún patrón establecido, como una partitura de Zappa.

No te equivoques, Zappa lo tenía todo muy bien pensado y bien escrito, era una máquina inteligentísima y bien engrasada.

No lo dudo, no lo dudo, hablemos si quieres de Zappa y sus películas tan extrañas, ¿verdad?, y su grupo de groupies, como se llamaban… a sí, las GTO, tan impulsivas ellas en materia sexual, y el cantante negro, ¿recuerdas?, bueno, eras muy joven, no habías nacido, pero te aseguro que estaba completamente loco, si señor. Zappa, un maestro, un genio, una leyenda, el discípulo aventajado sin pretenderlo de Varèse… ya sabes, Edgar Varèse, aquel que hacía música con sirenas de barco…


Cochon, Cochon, para el carro, no sé donde quieres ir a parar, ¿Le ha pasado algo a Enzo?
¡Cochon!, levanta la vista del suelo y mírame a los ojos. ¿Le ha pasado algo malo a Enzo?