¿cuanta sangre puede derramar un ser humano?






Revisando unos videos con el afán de poner orden y clasificar lo inclasificable, me encontré con esta barbaridad de película japonesa de la que reconozco que ya no soy capaz de tragarme ni un cachito de celuloide.

Devil’s Experiment es el primer episodio de una serie de diez, (GUINEA PIG), que unos japos anónimos perpetraron sin duda con muy mala baba.

En fin, lo que es la vida y lo que cambia con Internet, buscando un poco más de información para amenizar el tema, resulta que hasta en Wikipedia o youtube puedes abrumarte de tanta que hay, así que…






TE DORMIRAS











Conmovedora historia de amor y odio entre un granjero y su cerda. De esta profunda atracción animal que surge entre ambos seres, nacen un puñado de malformados cerditos. Por alguna razon los cerditos parecen preferir a su cerda madre antes que a su humano padre, asi que el padre, en una rabieta, acaba ahorcandolos a todos. Finalmente terminará asesinando y devorando, con gran teatralidad, a la amante y madre de sus hijos.

Rodada en blanco y negro y sin ningún tipo de dialogo, sus casi hora y media de duración promete no dejar buen cuerpo a nadie. Película no apta para ecologistas, ni nadie en general que tenga un minimo de decencia, je, je.

Proyectada a regañadientes y por primera vez en The Perth International Film Festival, fue prohibida de manera rotunda en 1976. De título original Vase De Noces y conocida más formalmente en USA como Wedding Trough, el film Belga fue escrito y protagonizado por Dominique Garny en 1974, y dirigido por Thierry Zéno.






www.theweirdworldof.com

AQUÍ SE TE QUIERE, CERDO


En la ciudad no hay granjas,
pero tenemos supermercados.
Tampoco tenemos granjeros,
pero son muy monas las chicas
del supermercado con su gorro blanco
y su delantal manchado que me
ofrecen las bondades del corral
en bandejas preparadas.
¡Cómo te quiero cerdo!

En la ciudad, a veces, con la lluvia

se forman charcos y barrizales,

pero aquí nadie entiende
la gracia de revolcarse en su propia
mierda.
En la ciudad todos trabajan
y sudan. Los hay que van al
gimnasio: enemigos de sí
mismos, enemigos del espacio,
están obsesionados con abarcar más.
Nadie entiende, ¡o puerco divino!,
que el tocino es sacrificio
del bueno. Nadie sabe lo
mucho que te mueres en tu
espera, en tu no hacer nada,
en tu desgana para inflarte
la panza de cebollas crudas.
En la ciudad, ¡cómo envidiamos todos

tus jornadas tranquilas!
Se nos escurren entre los
dedos los sagrados aceites de tu
longaniza y no somos capaces de
darte las gracias, ni pasamos a dorarte la peana
por la granja y verte ahí tirado,
sucio, cansado en tu sacrificio
de grasas,
¡O puerco divino!