PASOLINI


La mañana del 2 de noviembre de 1975, en un descampado de la localidad costera romana de Ostia, una mujer llamada María Teresa Lollobrigida encuentra el cadáver de un hombre. Reconocen el cuerpo como el de Pier Paolo Pasolini.

“Cuando encontraron su cuerpo, Pasolini yacía boca abajo, con un brazo ensangrentado y el otro escondido bajo el cuerpo. Su pelo, lleno de sangre, cubría su frente excoriada y desgarrada. Su cara, deformada por la hinchazón, estaba negra de tantos moratones y heridas; negros y rojos de sangre también sus brazos y las manos. Los dedos de la mano izquierda estaban fracturados y cortados; la mandíbula izquierda, fracturada; la nariz, aplanada y desviada a la derecha; las orejas, cortadas por la mitad, y la derecha, arrancada. Tenía heridas en los hombros, en el tórax, en la espalda, de las huellas de los neumáticos, de su propio coche, que le había atropellado. Tenía un terrible desgarro entre el cuello y la nuca; diez costillas fracturadas, igual que el esternón; el hígado desgarrado en dos puntos; el corazón, estallado”.

[Autopsia del cadáver de Pasolini, "Corriere della sera" del 2/11/77]

Parece mentira que un chapero de diecisiete años apodado “pino la rana” acabara con la vida de Pasolini. Nadie se lo creyó, ni el propio pelosi al autoinculparse del sanguinario crimen cometido después de que los carabinieris lo encontraran conduciendo el Giulietta 2000 con cuyas ruedas fue rematado su propietario.

Cuenta que encontró a Pasolini cerca de la estación Termini, y que tras cenar en un restaurante se desplazaron hasta el lugar donde fue encontrado el cadáver. Allí, según la versión de Pelosi, Pasolini intentó tener con él una relación sexual, y al ser rechazado reaccionó con violencia, con la consiguiente reacción del chico. La justicia italiana sospechosamente no llevó la investigación hasta el final, contentándose con la versión de “la rana” Pelosi.
Ya se sabe como funciona esto, primero matamos al genio para que no de guerra en persona, y luego lo aprisionamos en un póster.


Al final Giuseppe Pelosi fue condenado como único culpable del asesinato de Pasolini.
¿Quién iba a defender a ese grano en el trasero, comunista, maricón, que no dejaba títere con cabeza en ningún círculo bien pensante de su país, ni en la derecha ni en la izquierda,
que tenía enemigos declarados en todas las trincheras posibles, que era crítico con todas las iglesias, ya fueran religiosas o laicas?

Desde hace años, cada noviembre rindo mi personal culto a un hombre que cinematográficamente me ha hecho inmensamente feliz. Siempre recuerdo como me dormí en el salón de casa de mi amigo Manolo visionando Edipo rey y su lisérgico comienzo, o como me sedujo Accattone, representante de los chaperos jóvenes cuyos servicios tanto le gustaba al artista solicitar, o la belleza de un Jesús diferente en Evangelio según San Mateo, un cuadro plagado de belleza en cada fotograma, y la gracia escondida que tienen las situaciones crueles de saló o los 120 días de Sodoma. Los salvajes que lo mataron, es un secreto a voces, pensarían que quien a hierro mata, aunque sea intelectualmente, a hierro muere, y todos tan contentos.