ROSS SISTERS



Vive dios que acudía alborozada el viernes a mi cita
con una cara de puta relajada que invitaba al uso de la fusta.
Pero mira por donde, me topé con un tipo de los que siempre quisieron tener
un reloj calculadora. De esos que parecen una piscina temperada, de los que no saben donde escupir el beso. No era de esos que llegan resabiados, que son inquietos, que joden como conejos. Este más bien te cedía el asiento y te sujetaba el cinturón de seguridad con un escolasticismo que le chorreaba por los camales. Era un menú donde pecar de gula se hacía muy difícil. Y yo me imaginaba siguiendo sus aventuras, compartiendo el bol de palomitas y la manta del sofá que regalaron con el periódico, como una nube atada a una correa, perdiendo la elasticidad de mi cintura, en las tardes sosegadas de domingo.