EL CERDO LETRADO

¡OH malhadado día! ¡OH día aciago!
Para sufrir desgracias
¿Por qué fui parido?
¿Por qué no fui ensartado cuando fui lechón?

¿De qué me sirve poder deletrear
Y leer como el mejor
Si he de verme al final
Entre basura y no entre letras?


Allá por la segunda mitad del siglo XVIII existió un cerdo cuya fama en Inglaterra alcanzó un nivel solo comparable con la de los mejores actores de la época, incluso algunos llegaron a afirmar que dicho animal llegó a ser tan famoso como el mismo Sir Isaac Newton...

La historia se encuentra en un libro denominado La Sirena de Fiji.

(http://books.google.es/books?id=7h8I8xi_BFcC).



Durante los siglos XVII y XVIII era común ver en las ferias y mercados de Inglaterra presentaciones en las cuales aparecían animales amaestrados como monos saltarines, circos de pulgas, perros danzantes y gatos entre otros muchos animales

Había talento y paciencia para lograr este tipo de hazañas. Un ejemplo claro de ello fue un zapatero llamado Samuel Bisset, quien tenía un gran espectáculo de animales que incluía un caballo, un perro, dos monos, una tortuga, unos canarios y las grandes estrellas: unos gatos que maullaban opera. Con el tiempo Bisset, en la búsqueda de ampliar su repertorio, se planteó nuevos retos y centro su atención en nustros amigos los cerdos

En Dublin, a principios de 1782, compró por el precio de tres chelines un lechón negro. Se sabe que en los primeros seis o siete meses Bisset no logró progresar demasiado con el amaestramiento. Muchos otros hubieran desistido pero Bisset continuó su lucha otros 16 meses más hasta que consideró que estaba listo para su primera presentación.

El cerdo pasó a ser la estrella del espectáculo. Podía arrodillarse, inclinarse, deletrear nombres usando letras de cartón, hacer cuentas y señalar personas casadas y solteras entre el público. Con el tiempo el cerdo se convirtió en una estrella en la región central de Inglaterra

El paso siguiente era la conquista de Londres

El 16 de 1785 los periódicos de la capital inglesa anunciaron que el profeta porcino figuraba entre la celebridades que acababan de llegar a la ciudad. El Cerdo Letrado causó una gran sensación en Londres y pronto reinó sobre los cuadrúpedos amaestrados. Todos los días enormes multitudes vaciaban sus bolsillos para ver al cerdo.

Al poco tiempo, el cochón se unió a un circo y debido a las generosas reseñas de los periódicos sobre sus actuaciones se creó un conflicto con los acróbatas quienes llegaron a considerarse degradados al tener que trabajar con un cerdo. La situación fue tal que los acróbatas enfrentaron al director y le pidieron que escogiera entre el cerdo o ellos. Al poco tiempo nuestro sabio ya tenía toda la arena del circo para él solo

Como era de esperar aparecieron otros cerdos: “El cerdo del saber”, otro cerdo francés que articulaba oui oui con un acento excelente y poco común. Nuestro héroe continúo recogiendo fama. Tanto así que el poeta Robert Burns solicitó la presencia del cerdo en una reunión en la cual se iba a comentar la primera edición de sus poemas.

Durante su larga y distinguida carrera. Los periódicos comentaron que el cerdo letrado ganó mucho más dinero que cualquier actor o actriz de la época. En noviembre de 1788, artículos publicados en varios periódicos informaron al público que su viejo e idolatrado amigo, El Cerdo Letrado, había pasado a mejor vida.



Hasta el propio abuelo de Charles Darwin, el doctor Erasmus Darwin, fue influenciado por el Cerdo Letrado. En su Zoonomia, publicada en 1796, escribió que: “a los cerdos, si se les hubiera permitido llevar una vida interesante y variable en vez de ser encerrados en sus chiqueros, y si se les hubiera dejado desarrollar intelectualmente en vez de ser matados a temprana edad, su posición en el mundo animal sería más elevada”. AMEN.

fuente: mezvan