

Que cada vez nos aproximamos más a la “aparatosa evolución humana” es evidente, y ya veremos quien se come a quién...
Para terminar de cerrar el tema, dejaré caer, como las damiselas arrojan su perfumado pañuelo, esta cita bastante aclaradora sobre la evolución, cerdo-hombre-cerdo, que aparece en el libro rebelión en la granja, lectura que digerí a muy temprana edad, cuando no debía, y que me hizo ser el comunista resignado con camisa almidonada que ahora soy.
"Los animales asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro”. (Rebelión en la granja, George Orwell)
Un día, cuando la mujer de Zeng Shen salía para el mercado, su hijo lloró y clamó para que lo llevara con ella.
- ¡Vuélvete a casa! – le dijo, y para apaciguarlo, agregó: - Cuando yo regrese mataré al cerdo para ti.
Al regresar vio a su marido Zeng Shen que estaba a punto de matar al cerdo.
Rápidamente lo detuvo.
- Fue un decir – protestó –, sólo para calmar al niño.
- ¿Cómo puedes engañar al chico de esa manera? – Le recriminó Zeng Shen –
Los niños no saben nada, pero imitan a sus padres y aprenden de ellos.
Cuando tú defraudas al niño, le enseñas a mentir. Si una madre engaña a su hijo, éste no confiará en ella; no es la forma de educarlo.
Zeng Shen mató al cerdo.
La historia se encuentra en un libro denominado
(http://books.google.es/books?id=7h8I8xi_BFcC).
Durante los siglos XVII y XVIII era común ver en las ferias y mercados de Inglaterra presentaciones en las cuales aparecían animales amaestrados como monos saltarines, circos de pulgas, perros danzantes y gatos entre otros muchos animales
Había talento y paciencia para lograr este tipo de hazañas. Un ejemplo claro de ello fue un zapatero llamado Samuel Bisset, quien tenía un gran espectáculo de animales que incluía un caballo, un perro, dos monos, una tortuga, unos canarios y las grandes estrellas: unos gatos que maullaban opera. Con el tiempo Bisset, en la búsqueda de ampliar su repertorio, se planteó nuevos retos y centro su atención en nustros amigos los cerdos
En Dublin, a principios de 1782, compró por el precio de tres chelines un lechón negro. Se sabe que en los primeros seis o siete meses Bisset no logró progresar demasiado con el amaestramiento. Muchos otros hubieran desistido pero Bisset continuó su lucha otros 16 meses más hasta que consideró que estaba listo para su primera presentación.
El cerdo pasó a ser la estrella del espectáculo. Podía arrodillarse, inclinarse, deletrear nombres usando letras de cartón, hacer cuentas y señalar personas casadas y solteras entre el público. Con el tiempo el cerdo se convirtió en una estrella en la región central de Inglaterra
El paso siguiente era la conquista de Londres
El 16 de 1785 los periódicos de la capital inglesa anunciaron que el profeta porcino figuraba entre la celebridades que acababan de llegar a la ciudad. El Cerdo Letrado causó una gran sensación en Londres y pronto reinó sobre los cuadrúpedos amaestrados. Todos los días enormes multitudes vaciaban sus bolsillos para ver al cerdo.
Al poco tiempo, el cochón se unió a un circo y debido a las generosas reseñas de los periódicos sobre sus actuaciones se creó un conflicto con los acróbatas quienes llegaron a considerarse degradados al tener que trabajar con un cerdo. La situación fue tal que los acróbatas enfrentaron al director y le pidieron que escogiera entre el cerdo o ellos. Al poco tiempo nuestro sabio ya tenía toda la arena del circo para él solo
Como era de esperar aparecieron otros cerdos: “El cerdo del saber”, otro cerdo francés que articulaba oui oui con un acento excelente y poco común. Nuestro héroe continúo recogiendo fama. Tanto así que el poeta Robert Burns solicitó la presencia del cerdo en una reunión en la cual se iba a comentar la primera edición de sus poemas.
Durante su larga y distinguida carrera. Los periódicos comentaron que el cerdo letrado ganó mucho más dinero que cualquier actor o actriz de la época. En noviembre de 1788, artículos publicados en varios periódicos informaron al público que su viejo e idolatrado amigo, El Cerdo Letrado, había pasado a mejor vida.